El currículo nacional de la educación básica (CNEB)
plantea los aprendizajes que debe lograr el estudiantado como resultado de su
formación en las distintas etapas, modalidades, niveles, formas que ofrece el
sistema educativo. En ello se precisa “…prioriza los valores y la educación
ciudadana de los estudiantes para poner en ejercicio sus derechos y deberes,
así como el desarrollo de competencias que les permitan responder a las
demandas de nuestro tiempo, apuntando al desarrollo sostenible, […] además de apostar
por una formación integral …”; asimismo, se base en cuatro definiciones “clave”
para su concreción “competencias, capacidades, estándares de aprendizaje y
desempeño”.
Si bien, todo currículo define el ¿por qué?, ¿para qué?,
¿qué?, ¿cómo?, ¿con qué? y el sistema de evaluación; siendo este último, uno de
los elementos curriculares cruciales para garantizar aprendizajes, así como
certificar el logro del aprendizaje (evaluación para el aprendizaje y del
aprendizaje); en un escenario de incertidumbre a consecuencia del COVID-19,
resulta complejo realizar evaluaciones del aprendizaje; es decir, ¿cómo tener
la confiabilidad del desarrollo de las competencias, capacidades, estándares,
desempeños? sabiendo la heterogeneidad de condiciones y formas con que se viene
ofreciendo y recibiendo la estrategia “aprendo en casa” ¡tamaña responsabilidad
y tarea del Sector!.
En este contexto, lo único queda evidente es que no se
tiene un modelo educativo pertinente para este tipo de circunstancias. Por
tanto, es necesario reconfigurar las propuestas del nuevo PEN al 2036.
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