La formación docente a nivel regional, principalmente en su etapa inicial, viene afrontando serios cuellos de botella como: Escasa relevancia y articulación, bajo impacto, desconocimiento de heterogeneidad docente, falta de regulación de oferta, poca consideración de escuelas y aprendizaje colaborativo, escasa regulación y pertinencia en postgrados (Unesco 2013), a ello se suman 1) el desinterés de diseñar e implementar un sistema de formación docente de parte del estado regional y del propio Minedu, 2) Instituciones de Formación Docente que funcionan sin un proceso real de supervisión, monitoreo, asistencia técnica ni financiera, 3) deficientes condiciones de educabilidad: infraestructura, materiales y equipamiento, etc. (Caso de los estatales), y condiciones dudosas de calidad en las que se profesionalizan los estudiantes tanto en las universidades y pedagógicos privadas.
Asimismo, estudios recientes concluyen entre otras, que la calidad del sistema de formación docente es uno de los factores fundamentales para la mejora de la calidad educativa; puesto que las y los docentes constituyen actores claves, sin negar la importancia de otros factores tanto intra como extra escolares.
Por estas consideraciones, hay una necesidad de contar con políticas públicas y básicamente las políticas educativas orientadas a garantizar la calidad de la formación docente, a partir del reclutamiento o ingreso de mejores candidatos a la docencia, mejora de la calidad de los programas de formación docente, fortalecimiento del desempeño de los formadores, etc.
Publicado en Diario el Correo
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