El proceso de enseñanza y
aprendizaje (PEA) tiene componentes fundamentales como: propósitos (objetivos,
capacidades,…), contenidos, métodos, medios y materiales, formas de organizar
la enseñanza, y la evaluación. Ello implica efectuar un tratamiento sistémico;
es decir, si uno de los componentes está mal diseñado o ejecutado afectará
negativamente al resto, mediatizando el logro de aprendizajes esperados.
A la luz de las nuevas tendencias
didácticas, la evaluación es un componente fundamental del PEA, caracterizado
por ser gradual, integral, flexible, permanente, formativa, participativa, proceso
dinámico, abierto y contextualizado. Sin embargo, es casi tradicional en las
escuelas, colegios, institutos y universidades que, al finalizar el año escolar
o semestre académico los/as estudiantes despliegan todo sus esfuerzos en
repasar los apuntes-cuadernos para las evaluaciones finales o entregar trabajos
encargados. Este escenario, ocasiona en los estudiantes angustias, estrés,
temor, etc. ¿Por qué casi siempre ocurre esta realidad?.
Dejar las acciones de evaluación
de los aprendizajes para el último momento, finalización del año o semestre
académico y no realizar a lo largo de un periodo de tiempo contraviene a los
principios pedagógicos; puesto que, no es una acción puntual o aislada. Esto
demostraría, cierta confusión de la evaluación con las calificaciones o solo
los exámenes.
Evitar estas patologías conlleva
a que, todo docente y los estudiantes, desde el momento del diseño de las
sesiones y su ejecución, deben estar claros en ¿Por qué?, ¿Para qué?, ¿Qué?,
¿Cómo?, y ¿Con qué? evaluar.
Publicado en Diario el Correo
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