Desde las diferentes
perspectivas, se coincide que la evaluación educativa es un proceso sistémico
que comprende etapas como: recojo, procesamiento, análisis de datos para
establecer juicios de valor y tomar decisiones para mejorar la calidad
educativa con pertinencia, y equidad.
Igualmente, la evaluación del
aprendizaje es un componente fundamental del proceso enseñanza y aprendizaje,
junto con los propósitos, contenidos, métodos, medios y materiales.
Planteado así, surge la pregunta:
¿La evaluación educativa, y específicamente la evaluación del aprendizaje, es
la finalidad o es un medio para garantizar la calidad
educativa?. Parecería que, en la práctica, las distintas evaluaciones se
convierten en la finalidad;
toda vez, es la que está determinando o condicionando a los demás componentes,
como: ¿Para qué enseñar y aprender?, ¿Qué enseñar y aprender?,¿Cómo enseñar y aprender?,
¿Con qué enseñar y aprender?
Por ejemplo, a raíz de la
implementación anual de las evaluaciones censales de los estudiantes,
complementado con bonos-beneficios económicos, viene generando que los
distintos niveles de gestión educativa descentralizada, instituciones
educativas, docentes focalicen sus esfuerzos y acciones para asegurar los
resultados de la evaluación, descuidando los otros procesos y el sentido real
de una educación.
Según se lo señalado, conviene
reflexionar sobre el rol de la evaluación y evitar distorsione en la práctica
educativa.
Publicado en Diario el Correo
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